#12

Hey,

con la sensacion de que el corazon me esta explotando dentro de la carne. Aprieto los dientes porque ya he vivido esto demasiadas veces incluso. Querer matarme porque sólo sé llorar y dolerme. El dolor de mierda que me está estrujando la cabeza. Estoy tan triste que es como si quisiese chillar que alguien me cure ya, que no quiero más estar aqui.

-Eres una puta loca de mierda, si te acercas a mi te denuncio.

y cerró la puta puerta.

Llevamos demasiado tiempo siendo extraños. Estoy destrozada porque me he intentado convencer de que me queria. Cuando menos me lo espero mi mierda de vida se despedaza y joder, reconstruyete una y otra vez, mirate en el espejo una y otra vez, el puto agujero de tus ojos, y reconstruyete. Estoy cansada de quererme. sólo eso. Cansada. y los proximos dias serán mucho peores. Solo no estoy preparada para esto otra vez vale? Pero nadie me oye.  Quiero abrir los ojos y que todo haya sido una pesadilla.

#11

He vuelto.

Ultimamente duermo todo el tiempo. Cuando estoy despierta no hago nada, sólo me quedo mirando el movil, tapada con la manta en el sofá, haciendo pasar las horas, me atormento con recuerdos. He estado pensando en que debe de ser dificil guardar un secreto tan grande de haber escuchado a alguien gritando de dolor en la cama, de un dolor que provocas adrede, planificado minuciosamente cual será el próximo paso, el siguiente golpe.

Y ella?

Esta parte es muy graciosa. O tal vez irónica, humor ácido.

Tú también eres tan patética como yo. Mírame. No conseguí nada. Nada. Pero tú… Te ves genial rodeada de luces. Tú también preferiste un poco de atención y pasta, a no fallarme. Tanto te costaba por una maldita vez en tu vida no fallarme? La lealtad, y la nobleza no son adjetivos para describir la personalidad de los animales, puta perra.

Ahora dejadme, necesito seguir durmiendo. Caos y papeles. Una sensación repugnante de que tendré lo que quieres tener, ya verás la cara de asco que se te quede, pero que me hubiera tirado a las vias del tren para salvarte. Ahora no siento nada. Te devuelvo tu cuchillo, te lo dejaste.

#10

 

Marzo

Me levanté temprano de la cama. Probablemente fuese domingo. Me peiné y me maquillé, desayuné un café con un cigarro como siempre. Estaba en los huesos aunque consciente de la recaída en la anorexia y que tenía que salir, porque estaba enferma y comiendo menos de 500 calorías al día iba a hacer mucho daño a largo plazo a mí salud, aparte de una hipotermia constante que solo se aliviaba al lado de la estufa, y el dolor de huesos al clavármelos por no tener carne que los amortiguase al sentarme y al dormir. Después de desayunar quité el polvo de los muebles de mi habitación, y del resto, limpié la encimera de la cocina, ventilé la casa, y fregué los suelos. Acabé rápido y bajé a mi perro a dar un largo paseo, con el olor del ambientador aún en la nariz. Subimos para la hora de comer. Me tomé mi tiempo para preparar comida para uno, aunque probablemente era algo que tuviera menos de 500 calorías, o algo vegetariano. Comí viendo el móvil, fregé los platos, y volví a dejar todo como estaba antes. Encendí un incienso, y me senté en el sofá a leer, La chica del tren.

Respiré felicidad, tranquilidad, seguridad, de que nadie ni nada podría irrumpir en mis muros de piedra a molestarme nunca más, mientras algo de miedo entorpecía el aire repitiéndome las palabras que me dijo Noe. La vida no te deja ser feliz. Inmediatamente me vibró el móvil y un mensaje me advertía de que iba a tener visita a largo plazo, y no tenía opción. Desde ese día todo se desmoronó en frente de mis ojos, lo que había construido durante tanto tiempo, y estaba otra vez, otra vez en el bucle de volver al principio, de despertarme todas las mañanas y empezar de nuevo. Empecé a tener otra vez signos de neurosis porque no era lo que quería, no era lo que necesitaba, necesitaba cuidarme porque los demás solo chupaban de mi sangre como sanguijuelas. La mala suerte me volvió a arrastrar a lo más lejos posible de esa sensación, de ese instante con olor a incienso y el tacto de las hojas de un libro.     Después todo fue rápido y mal.

 

Dos años después

Estoy en la cama postrada con la sensación de ahogo, como si toneladas de agua me estuvieran presionando el pecho, no quiero volver a recaer en la depresión, aunque ya sea tarde. Odio ese llanto inútil con sollozos que si no fuera por la depresión no me saldría ni aunque me arrancasen las tripas. Mientras logró respirar pienso en cómo duele. El dolor no acaba. No quiero salir de la cama. Enfrentarme a mí misma. Me digo no me dejes. Mientras la parte viva de mí me abandona y me deja medio muerta en los agujeros de mi cerebro.

 

3 años antes

Recuerdo con un sabor agridulce el día de la playa escuchando la radio, hablaban de un chico que había pagado a una avioneta con un letrero que pusiera te quiero cuando le pidió matrimonio a su novia, a la vez que veía esa misma avioneta con el mismo letrero, en otra ciudad y otra playa. Fue mágico. Sentí un poco de vida entre el sabor del mar y las bonitas coincidencias que desde mis ojos no se ven.

 

Dos años antes

Octubre

Estoy luchando, pero todo me hace daño.

Mis redes sociales las utilizo para expresarme. Supongo que resulta desagradable para alguien que busca una foto preciosa en un lugar donde le gustaría estar y ser la persona que no es encontrarse con un perfil que alterna entre fotos depresivas, dibujos, las malas noticias con comentarios de texto y redacciones de cosas que piensa uno. Esa noche escribí sobre mi pozo. Así le llamé a mi depresión porque así es como lo siento. Dos días después aparecieron dos chicas que empezaban a frecuentar mi calle, hablando sobre mi entrada, hablando sobre mi pozo, hablando sobre mi persona. Me dió rabia, como a cualquier persona que le duele algo y llega alguien y se ríe de su herida. Las odié con toda mi alma. Uno nunca piensa   que con una broma puede romper a una persona, si leíste esto, pensaras que soy una rencorosa, y de verdad que no pienso poner tildes hoy, porque no puedo conmigo, pero las cosas que me hacen daño se quedan clavadas en mi memoria, no siento nada, o al menos nada fuerte ahora por ellas, resentimiento, rabia, ira, solo quiero quedarme debajo de la manta,  o volver a mi casucha a encerrarme en el baño, sentarme en el suelo y llorar escuchando canciones que me recuerdan lo triste e infeliz que soy, y que tal vez el dolor se acabará si me marcho. Si acabo conmigo.

 

#9

Casi lo pude tocar, estaba en frente de mí, la oportunidad de salir de aquí, con esfuerzo y cansancio. Pensé tal vez le daré pena, porque verá que en mis ojos hay dolor y pérdidas y me dará el puesto de trabajo, porque me lo merezco. Pero… Las personas rechazan la pena en la mayoría de las ocasiones, no les gusta, prefieren crueldad a piedad. Sin embargo, las editoriales de libros siguen prefiriendo el dinero rápido a la lectura que está por encima de un valor económico.

Estoy otra vez en el principio.

Tantas veces he cambiado de piel y sigo encontrándome aquí. Tantas mentiras que se me ponen en los ojos como una venda y tengo que volver a arrancarmelos, uno por uno. Mi mayor sentido ahora mismo, es el camino espiritual. Las estrellas tienen secretos que hemos olvidado. No puedo respirar bien, pero siento que algo muy grande está a punto de suceder. El cambio. Claro que creo firmemente que cerramos el último ciclo de preparación, y hemos tenido un tiempo para nosotros, pero ahora, empezará lo que nadie puede evitar. La transición a algo muy grande, sobre la que estuvieron advirtiendo desde siempre.

A veces imagino que dentro de unos años, me diagnostican una enfermedad mental grave, como esquizofrenia o algún otro trastorno que requiere tratamiento y te inhabilita como persona racional, entonces tal vez me sienta segura conmigo misma.

No sé quien soy.

 

He vuelto a mi pequeña galería de arte.

No me da miedo abandonarme porque ella sola suele aparecer cuando todas las distracciones se marchan.

Sobre todo, he estado huyendo de la persona que soy ahora. Extrasensorial e inútil. He estado huyendo todo lo que he podido. No me gusta. Es inevitable meditar estando todo el día encerrada en una habitación con una ventana de 10 cm de ancho. Y tanto silencio me termina comiendo.

La gente aún no me cree respecto a lo sucedido el 2 de octubre. Ya no insisto, ni hablo de ello. No mucho. Incluso ya no diferencio las pesadillas del recuerdo. Los coches amarillos, dos chicas que señalaban los coches y el acantilado. Sólo me queda el vértigo. Me despierto y abro los ojos despacio como si estuviera drogada, no grito, hay alguien con la capucha puesta mirándome fijamente.

Mi padre no me pegaba palizas. Sólo me pegaba con las manos. Me pegaba en la cara, me cogia del cuello y me zarandeaba, me pegaba en las piernas y en la cabeza, me chillaba y cuando corría para escaparme, me seguía detrás para terminar de explicármelo, me acurrucaba pero me cogía y no paraba hasta que yo dejaba de gritar, y parecía que me iba a desmayar… Pero nunca me pegó una patada en la barriga, no que recuerde.

El hecho de tener tantos episodios traumáticos me hace cuestionar mi salud mental.

No estoy bien.

 

Sólo necesito que alguien me cuide, sólo un poco. Un día, sin esperar una recompensa magnífica detrás de un gesto de amor. Esa tranquilidad que tanto ansiaba, en mi último episodio de neurosis, no llegó. Aprendí a ser más fuerte.

Cuando me duermo, escucho mi corazón y pienso, ella no odia a nadie, y es tan pura. El día que deje de latir será una gran pérdida. Es lo que siento. Por eso dejé de lastimarlo… Porque ella fue quien aguantó todas las cosas horribles que me pasaron, mientras mi estúpido cerebro se fue a dormir. Sí hubiera estado atento tal vez podría haber evitado más de una desgracia, pero no estaba por la labor, y acabó jodiendome.

Me veo reflejada en todos los yonkis.

Madrid no es un buen sitio para tener ataques de fobia social. Sólo he salido tres veces pero al cruzar los pasillos subterráneos del metro, sin aire y con personas hablando y riendo, se me intensifican las voces como alfileres, siento ganas de vomitar y mareo. Pienso, en cualquier momento me dará un ataque de pánico, pero no puedo dejarme llevar por mi cabeza. No es bueno para mí, tengo que ser capaz. Pienso en esos segundos en los que empiezo a hiperventilar. Sólo quiero sentarme en un rincón y taparme los oídos, hasta que me sienta preparada.

Soy esa magnífica promesa del futuro, llena de talentos, cualidades, inteligencia y gracia que acabó vendiendo su cuerpo por una bolsa de cristal. Que la mirada nublada le hace verse atractiva aún a pesar de sus dientes estropeados por las drogas. Que es toda una profesional en la cata y la preparación, intenta estar a la altura de gente experimentada, y entre ellos, comentan, que carrera habrían estudiado, si no hubieran cogido ese camino.

No.

En realidad solo soy yo. Sentada con las piernas recogidas y la espalda encorvada, sobre la cama. Con un cigarro de liar apagado, y esta maldita dificultad para respirar, que odio cada día más. Supongo que hoy he tenido un día pesado. Hemos salido a tomar algo pero, él tiende a estropear los escasos momentos que me dan vida. Eso me recuerda a Adrián. No quiero que lo haga hasta convertirme en alguien que no soy. Sí pasa, prometo escaparme muy lejos y no volver jamás, sin preocuparme de lo mal que se encuentra. Sólo estoy asustada.

 

 

 

 

 

 

 

 

#8

La  rutina de un café y un cigarrillo al día.

Mis abuelos fueron la familia más rica del pueblo, hasta el bache final, sin punto de retorno. Después de perder mucho dinero por diversas causas inevitables, se hicieron mayores y su seguridad económica se derrumbó como una casa en un incendio. Las paredes empezaron a gritar en el silencio de los libros polvororientos que leía con tanto ahínco en los veranos. La ventana del comedor en el que nunca comíamos para no desgastar los muebles caros, tenía un cristal translúcido que resaltaba el verde de los árboles del jardín vecino, y parecía mágico cuando llovía. Y llovía, todos los días. Me sentaba en el sillón recubierto con una tela de crochet, sumergida en las maravillosas aventuras que suele ofrecer un libro.

Pronto se quedaron atrás los helados caseros de mi bebo, y tampoco correteábamos los seis nietos a la vez, pidiendo monedas para gastarlos en el cibercafé o pipas… También la despensa disminuyó hasta sólo quedar un paquete de mantequilla de chocolate de Babushkina guardada con el azúcar y el cacao… Los últimos veranos el cacao sabía a chocolate más que nunca, hecha sólo con agua.

Me suelo aferrar a esas cosas que tanto me llenaron cuando faltaba de todo, y nunca me hizo falta ese todo. Solía volver con cinco kilos de más a la ciudad, y las mejillas rosas por el cambio de aires. Mi padre a veces me dejaba faltar a clase, para llevarme a la oficina, y desayunabamos en el buffet libre de camino al trabajo, sobre las 10:30… Me quedaba en su despacho, dibujando, o hablando con sus compañeros de trabajo, que me trataban bien y no les molestaba que yo estuviese ahí. A veces bajaba en la tienda de abajo a comprar las mejores hamburguesas de la ciudad, y seguía entreteniendome con esos asuntos de trabajo a la que tan familiarizada estaba, porque en mi casa se debatían cómo si fuera realmente necesario.

Ha pasado más de una década…

Me levanto pensando… Intento, todos los días hacer algo, para mejorar el mañana a corto plazo. No siempre resulta.  Me gusta el café con agua. Fumo un cigarrillo mientras leo los primeros textos del día que me arrancan de la realidad.

#7

Soy una chica, pero todos los días me disfrazo de chico. Aun soy muy joven para pensar en después. Cuando las arrugas me cuenten. Me he construido un refugio. Una barrera que me protege. Las personas te hacen daño. Si no te conocen no pueden herir tus sentimientos. A menudo quiero llegar a casa, quitarme la ropa en el pasillo y tirarme a la cama, sin miedo a que el maquillaje manche las sábanas nuevas que ha puesto Nana perfectamente estiradas. Intento pasar desapercibido, como si no existiese, por lo tanto dejo las cosas como estaban a mayor medida posible. Es como un juego. Al final nunca somos conformes con lo que somos. Me disfrazo de chico y hago todas las cosas que imagino que haría si no fuese una chica. A veces no estoy contenta, porque me meto demasiado en el papel y soy sensible. Necesito besos de buenos días, todos los días. El caso es que algunas veces durante la semana voy a la oficina disfrazada de chico. Hasta ahora nadie se ha dado cuenta, a parte de mi perro, y Nana.

Cuando estoy desnuda, bajo la ducha, me acuerdo de que sólo es un disfraz, que yo soy yo, y una chica, me gustan los chicos, pero sobretodo las personas. Repaso mentalmente lo que vivo con mi disfraz, y me impresiono. Así puedo hacer cualquier cosa, he encontrado un camino de sentirme parte del universo, como una creación perfecta de la naturaleza.  Saboreo la libertad de tener los dos puntos de vista. Resolviendo así los enigmas del sexo contrario. El papel de las mujeres en las religiones y el sentido profesional competente. Me siguen sorprendiendo día a día los otros chicos y hombres más mayores, algunos con formas de pensar que me repugnan. Ellos no lo saben. Creen estar en lo cierto. Tampoco saben que cuando me desprendo del disfraz soy una mujer, debo de llevar ventaja… Llevo haciendo este pequeño experimento social desde hace seis meses. Me di cuenta de que mis rasgos no eran nada femeninos y que era posible, gracias a mi voz bastante más grave de la típica voz de pito… Intento tener mucho cuidado a no olvidar a veces, que ya no llevo el disfraz, y puedo relajarme siendo solamente quien soy.

#6

La mejor lectura es la que se escribe a solas. Sin la presión posterior de miradas críticas que ignoran lo que pasa desapercibido, pero acentúan los defectos de la estética visual. Me gustaría estar en la universidad, para poder desarrollar mis pensamientos de forma un poco más ligera al menos, por lo menos a mí me suele parecer como toneladas de agua en un tanque que cae desde arriba. Me hago daño todo el tiempo. Si no soy yo se encargan los que están a mí alrededor, me susurra esa voz que no existe. El tabaco, el pasado, el vacío y todas esas cosas de las que no me puedo deshacer. Todo se torna insignificante. No quiero exagerar los sentimientos humanos hasta la hipersensibilidad… Sólo quería escribir, para fingir que el tiempo se detiene entre mis manos, y las motas de polvo se mantienen estáticas. Me gusta mucho sentarme en el suelo. El suelo no juzga a nadie. Debe de ser cruel hacía uno mismo, preguntarse qué tienen las demás personas que yo no tenga, por el rechazo silencioso que experimenta mi vida. Estoy triste… Tengo las ganas, de ser feliz, no puedo. Me apena profundamente, pensar. Hay quienes necesitan que las salven, es lo único de lo que estoy segura. Ellos no tienen a nadie que les pueda ayudar. Darles una oportunidad de vivir tranquilos hasta que estén bien. He dejado las drogas… El tabaco aun no… Cuando estaba colocada, me sentía bien, incluso extraordinaria. Como un pez nadando contracorriente, que sólo estaba en trance, a un nivel espiritual elevado, en comparación con otros que existen sin más necesidades que ser materia móvil, entre lo material, en sus pequeñas ciudades burbujas. Ahora me siento mal. La insoportable ansiedad en la ausencia de las dosis habituales diarias ha desaparecido. Mi dependencia psíquica era muy fuerte hasta que sentí que mi corazón se partía por dentro en pedazos y no supe el por qué. Así que no tuve síntomas de síndrome de abstinencia, supongo que es porque algo dentro de mí duele, tanto, que no siento la intensidad de la gravedad. Puedo decir que no fue nada, sólo estaba más sensible ese día, y me irritaron sus estúpidos comentarios, por cómo lo apreciaba. Nunca llegamos a conocernos totalmente… Entonces, cuando mi drogadicción llegaba a puntos sospechados, en los que al estar colocada me sentía sobria, y cuando no, borracha, para los ojos ajenos me volvía simplemente una yonki cualquiera, para los que me miraban con mejores ojos, una chica que podría ser guapa e inteligente sí se cuidase, y conseguir lo que se porpusiera pero era una lástima verla en esas condiciones. Es fácil decir estas cosas, creo que soy autista, e incapaz de hacer algo para poner fin a la angustia, porque no sé qué me pasa. En realidad solamente consumía Marihuana, es cierto, que me mantenía la cara seca. Tampoco llevo la cuenta de cuantos meses lloro día tras día, a veces no estoy lo suficientemente triste como para llorar sin ningún estímulo, así que me los busco… Me he dado cuenta de lo sumamente rutinario que es mi paso por aquí. La depresión, sin marihuana es mucho más fácil de llevar también, antes, solía entrar en un estado de felicidad flotando en mi mente estratosférica, y cuánto mayor era esa euforia más grave era después mi inestabilidad emocional que pasaba por todos los estados anímicos en periodos muy cortos de tiempo, lo que me hacía sentirme más perdida…  Ahora puedo ser consciente de lo que pasa todos los días de mi vida, y observar a las personas con la mente clara, estoy tranquila casi siempre, y si tengo ansiedad, intento tranquilizarme. Incluso cuando no me siento serena porque las dudas me rondan, siento que no tengo nada de lo que aquejarme, así que me obligo, no sé a qué… Salgo a la calle todos los días, aunque lo de mi perro, es una tarea que no la cumplo de forma ejemplar, a tomar un café, generalmente… Me gasto el dinero que antes gastaba en gramos, mecheros, papel de liar y tabaco(ahora fumo mucho menos), en ropa, zapatos, maquillaje y libros. Cuando voy bien vestida o maquillada, las personas me miran más insistentemente que cuando voy desaliñada. Algunas veces incluso me dicen guapa, los chicos de mi edad, lo cual es muy incómodo, a parte de que no soy guapa, porque tengo la nariz y la frente desmesuradamente grandes y la barbilla pequeña, lo que complementa mi columna vertebral raquítica y las piernas casi en forma de X. Si que me molesta al parecer, los físicos… Escucho música todos los días. Durante muchas horas. La música me aisla de mis pensamientos. Me aprendo las letras y después las canto. Si pensase durante todo ese tiempo que escucho música y tarareo las letras, tendría un dolor crónico de cabeza. Quiero aprender las matemáticas de secundaria e ir a la universidad, pero no sé si podré.  Las personas, me siguen pareciendo de otro planeta. Me cuesta mucho entender las cosas que ellos entienden. Esto es mi diario, escribo a deshoras. Tengo insomnio desde la adolescencia, aunque ahora que indago en mi memoria bibliotecaria, (lol)  vendrá desde la infancia, las pesadillas que tenía por las noches me daban miedo. Mientras escribo esto, imagino que a él le quedan dos horas para levantarse e ir a trabajar 

Abrirá los ojos y mirará su móvil… Después se levantará de la cama y cogerá la ropa que se va a poner, dirigiéndose hacía el aseo. Se pondrá el desodorante, se lavará los dientes, y tal vez se va sin desayunar, porque odia los lunes.

Los sirios seguirán en mi recuerdo, como una canción en una plataforma virtual, muchos niños están pasándo hambre, o están siendo heridos en la guerra, no tienen recursos primarios para sobrevivivir, están siendo maltratados, o violados, en sus casas, o en las iglesias. Explotados, o torturados, como adolescentes víctimas de bullying que terminan en suicidios. En todas las partes de la tierra. Los políticos al menos, que yo sepa en España, siguen teniendo vidas de lujo. Todo está como siempre… Y yo tan tranquila, ajena a los pesares, porque tengo un techo deshauciado, donde aguardarme, una cama, y comida, ropa, y tabaco, libros y WiFi, y sobre todas las cosas, tengo aparentemente buena salud física, sin ninguna discapacidad lo que me permite hacer cualquier cosa que quiera, con mi excelente peso pluma. Así que no puedo estar triste…

Yo también odio la forma en la escribo, porque es cómo pienso, por eso intento no quedarme pensando sin descentrar la atención por mucho tiempo. Sinceramente no puedo ser psicólogo y paciente a la vez, quiero alguien que me quiera por como soy, pero tampoco me quiero, lo cual roza la imposibilidad, y me lleva a un internado psiquiátrico. El futuro se mantiene profundamente misterioso. Mi salud mental debe de estar dañada.

#5

No me gusta entender las indirectas. Aprecio la riqueza casi palpable de una buena lectura, pero no tengo intenciones de creer que pueda crearla. Sin embargo, me dejo llevar por mi cabeza, perdiendo la razón, y aun así se me deleitan los segundos en el placer por la subida de los bajos porcentajes del alcohol de una cerveza barata. No sé escribir cosas bonitas. Vine a otra cosa. Si lo siento cosas, para tí deben de ser inútiles todas mis palabras, sigo preocupada por aquello que rompí, por querer acariciar tu pelo. Al final tal vez nunca pueda aceptar, que simplemente soy quien soy, y no lo que pienso… Las ganas de comerte a besos se las llevará el tiempo, tal vez, no viva para siempre de contradicciones, encuentre la tranquilidad, todas esas ilusiones rotas son las que me permiten sentirme humana.  Nadie quiere cambiar sus enfermedades superadas, porque es lo único que se tiene supongo. La experiencia, es lo que ya, nos diferencia de los más jovenes. Siento que se me va la vida con el tiempo, no cesa. Sólo pasan y pasan los años, la piel se arruga y mis ojos no miran igual. Nadie puede entender éste maldito aislamiento, ni siquiera yo… Necesidad y deseos… Debo acabar mis estudios, pero nunca fui capaz de sacar las fuerzas necesarias para hacerle frente a mis sombras más oscuras que me arrastran hacía abajo, me hace sentir atrapada, intento distraerme con información adicional que no me aclara siquiera… Me hunde todavía más, en un charco de sin sentidos. Un felicidades mi amor, tan vacío que no puedo llenarlo, ya no me siento persona. A caso crees que te condenaría, no, joder. No me perdonaría contagiarte, hacerte probar un bocado solo de lo amargo que se me ha vuelto el aire. Aléjate de mí, me encuentro mal. Cosas se dicen pronto, suelo ser cuidadosa con las verdades, amo tu sonrisa. Esta noche vuelvo a decepcionar tus expectativas y esperanzas, me dormiré con la ropa puesta, en el sofá, y los suelos sin fregar, las cosas desperdigadas por habitaciones y mi colchón a la espera de qué… Hasta los espíritus guardan silencio desde que la soledad hizo pedazos la aparente cordura que me sujetaba a la realidad. Se me hace tan soportable la impotencia que he olvidado la última vez que ansié fumar para colocarme y flotar en sus efectos. No sé si entonces huía de las cosas que me hacían daño a otras voluntarias, y ahora he dejado de intentarlo. Si mi ser se cansó de chapotear en vasos y botellas y se ahoga lentamente, y no siente nada. A pesar de mi pesadumbre, me alegro profundamente por no ser como todas esas personas felices cuya felicidad no entiendo. No entiendo a las personas que no necesitan escuchar música, leer, formularse preguntas existenciales y buscar respuestas. No entiendo las guerras, la violencia y las mentiras. No entiendo la cobardía de un hombre, sé del miedo… no sé cómo puede ser una prioridad el dinero antes que ser justo como persona. O cómo puede no ser una prioridad ser justo. cuanto más se extiende mi búsqueda de una verdad ciega, más me pierdo, me muero por dentro un poco más. Te amo, creo, porque el hecho de que ahora estuvieses abrazado a mí me haría inmensamente feliz, tanto como para olvidarme de todo, y si me dejaras volvería a perder las ganas de permanecer respirando en un cuerpo, no sé qué es amar, porque no he amado ni me amaron, pero siento que si te amo con todo mi cariño es amor, y si te acaricio los ojos desde lejos, porque no soy quien necesitas, ni tú puedas salvar mi mente tan insana, agradarme con al menos recordar que tenías defectos también, que me emborrachaba con el olor de tu piel también… no lo sé. Cuando se me pase la depresión todo me parecerá absurdo. Me asusta infinitamente el hecho de no consumir drogas como la marihuana, porque a las personas que me rodeaban y observaban mi consumo les parecía lógico criticar mis adicciones y sus consecuencias. Ahora solo quedamos mi cerebro y yo… por favor dame una respuesta a lo que pasó aquella noche,  me está destruyendo. 

#4

Por qué hoy y no ayer

Estas en el humo, me pregunto cómo soy capaz

Como cuando oyes cosas que te tocan el alma

Entiendo 6.13

El apocalipsis estallando en el Vaticano vino después,

Miraba el cielo de noche, olvidando los problemas

Si eres libre, ni la muerte, ni la vida  puede ser una condena

La separación de la luz y de la materia

Morir solos.

#3

Hurgando en las costras, está todo roto y abandonado. El tiempo se congela en los lugares con memoria, y esas paredes han guardado demasiadas noches, con el viento azotando la puerta. Los rayos de luz siempre vuelven a atravesar como niños jugando, las gruesas cortinas rojas de terciopelo, achinan los huecos, entorno los ojos viendo el polvo flotar en el aire, no se interrumpe mi cielo, a pesar de que nada puede con el deterioro. Llevo los pies descalzos una vez mas, y corro en la nieve… Los monstruos ya no están en casa, se han quedado a vivir en mi cabeza.

Pensé en la vida convertida en un estupido titular de periodico anunciando mi perdida. Eran ángeles, no muerte. No sentí el mar golpeando las rocas, no faltó aire tampoco. Recuerdo esa paz, en tu vientre.

Estoy triste por sentir que tu dios a mi, no me malcria, y a ti, no te protege. Cosas me aguardan con torpeza, para nunca llorar sola.

Papá, recuerdo tu tono de voz y pierdo los sentidos del miedo. No miedo a ti, a tu tono de voz, miedo a volver a sentirme como una niña pequeña, con la infinita incertidumbre de dudas de un cerebro sano, sometido a un infierno constante, durante todos los días, tantos años… No puedo con mi cabeza, pero no te permitiré nunca más, hacerme daño.

Mamá, se que te arrepientes de tu pasado por que me ves sufrir, aunque sigues pensando que hiciste cuanto estuvo en tus manos. Me rompes el corazón si me dices que no te gustan los niños, porque donde están las roturas mas profundas, en mis recuerdos, me vuelves a abandonar una y otra vez… Me quedo quieta, haciéndome la dura, la niña adulta, demasiado inteligente para fracasar, no quiero hacerte sentir mal, porque pienso que ya te cortaste el dedo mientras intentabas hacerme la cena, la única vez que te recuerdo con claridad. El taxi arranca y arrancas mis entrañas  del cemento. Te persigo, para que me devuelvas el amor que te di, el dolor que aguanté, las veces que te defendí, pero no te detienes. A mí nadie me defiende. A mi tía, que nunca cuidó el tacto insípido de su lengua, se le caen los ojos al suelo, me coge del brazo para que deje de correr detrás de ti, porque es inutil, y me abraza como una madre. Debiste saber siempre, que nada iba a sustituir el vacío.

Esta vez todo me sobrepasa. Arrastro mi pasado como sombras. Cierro los ojos y una niña pequeña me espera al otro lado de la habitación para huir de esa maldita pesadilla.